Un día, un niño metió un lápiz y al otro día quedaba medio lápiz y no estaba la goma. El niño pensó:
-¡Qué raro! ¿Dónde está mi goma?, ¿qué le ha pasado a mi lápiz?
Entonces metió un lápiz y una goma nuevos. Al otro día faltaban la goma y el lápiz otra vez. Volvió a meter un lápiz y una goma y vigiló al estuche toda la noche. Al fin descubrió que era el estuche quien se los comía, porque era muy tragón.
Cuento de Alejandro García Pineda
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