Ya sé que no os lo vais a creer, pero he tenido que comprarme una libreta nueva porque la anterior no me dejaba escribir ni una sola palabra. Cada vez que... el lápiz tocaba la libreta, se reía.
Un día mi maestra me mandó escribir un cuento y, cuando me puse a hacerlo, la libreta no me dejaba con sus risitas, se movía y solo me salían letrajos. Se me ocurrió hacer un dibujo y la libreta no se movia y así descubrí que a mi libreta le gustaba que le hicieran dibujos.
Cuento de Lidia Ruiz.
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