Ya sé que no os lo vais a creer, pero he tenido que comprarme una libreta nueva porque la anterior no me dejaba escribir ni una sola palabra. Cada vez que... escribía se reía locamente.
Un día iba a escribir un dictado cuando empezó a reírse . Entonces decidí llevármela a casa y así, cuando me aburro, le doy con el lápiz me río yo también. Somos grandes amigas.
Cuento de Marisa Martín
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