Había una vez una niña que vivía en un castillo y tenía una estatua de un conejo. Un día le preguntó a su padre que si el conejo era mágico.
-¡Eso es imposible! - respondió el padre.
Al día siguiente, la niña vio que la estatua no estaba. ¡Se había ido! La niña fue al bosque, allí se encontró con su estatua que estaba jugando con un pájaro y al final jugaron los tres juntos.
Cuento de Eva Díaz Irigaray
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